Por Liz Paula Cordero Elizondo, gestora de proyectos de normalización
El pasado 16 de octubre se celebró el Día Mundial de la Alimentación, en un mundo donde la sobreproducción de alimentos coexiste con el creciente número de personas que sufren hambruna. Si bien es cierto es algo que no es fácil de resolver es importante que podamos identificar la responsabilidad compartida como sociedad global.
La cantidad de personas que experimentan hambruna en el mundo ha ido aumentando en los últimos años. En el 2020, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO, por sus siglas en ingles), el 9 % de la población mundial (alrededor de 690 millones de personas) sufrió hambre crónica.
Los datos anteriormente expuestos contrastan con una agricultura moderna que ha alcanzado niveles impresionantes de eficiencia y productividad. De igual forma la FAO, estimó que para el 2020, se produjeron suficientes alimentos para alimentar a toda la población mundial y se estimó un desperdicio asociado a 1/3 de los alimentos producidos.
Ante estas problemáticas que no son ajenas a nuestro entorno y realidad el comité técnico nacional INTE CTN 02 SC 19, Prevención y reducción de pérdida y desperdicio de alimentos, liderado por el Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica (INTECO), ha tomado responsabilidad compartida mediante consenso y colaboración de organizaciones productoras, gobierno, academia, investigación y otras partes interesadas ha desarrollado una norma técnica que hace recomendaciones sobre las “Buenas prácticas para la prevención y reducción de pérdida y desperdicio de alimentos” identificada con el código INTE A124.
En la misma se dan recomendaciones que pueden ser aplicadas por las partes interesadas involucradas en las diferentes fases de la cadena de producción en donde se incluye: cosecha y acondicionamiento postcosecha, producción y procesamiento, distribución, comercialización, servicios de alimentación y consumo; así como en los procesos comunes que puede haber entre estas fases como, por ejemplo, recepción, almacenamiento, transporte, donación y redistribución, valorización y disposición final.
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Si bien es cierto esta situación es una manifestación de problemáticas estructurales en la distribución y acceso de los alimentos, es importante tomar conciencia y acción desde el entorno inmediato. Es por esto por lo que les invitamos a conocer la norma INTE A124: Buenas prácticas para la prevención y reducción de pérdida y desperdicio de alimentos, así como otras herramientas presentadas como normas técnicas desarrolladas por personas expertas en los distintos comités técnicos que apoyan la solución a problemas estructurales y nos hacen actuar con responsabilidad ante problemáticas globales.
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